sábado, 29 de mayo de 2010

EL HOMBRE Y SU LUZ




A mis queridos visitantes,


La mayor parte de los artículos expuestos en ‘¿Ya te has preguntado…?’ pueden ser una mezcla, no exenta de riesgo, entre géneros como la poesía, la narrativa, el ensayo y la autobiografía. En esta ocasión, me estoy limitando (felizmente) a la narrativa en base a una historia, tejida por esta imaginación que a veces, como un cachorro fiel, me sigue a todos lados aunque no siempre le preste atención. He decidido escuchar al instinto de mi fantasía y compartir con ustedes (vosotros) una historia ‘por entregas’, a la usanza antigua. Espero que les (os) agrade.




1ª Parte.

Hubo una vez un hombre a quien, inesperadamente, se le encendió una luz en el corazón.

Al principio ésta era imperceptible. Brillaba de forma tenue desde el interior del pecho, apenas un resplandor por debajo de la piel. Con cada sístole-diástole, la discreta luz cobraba fuerza e incrementaba su energía. El hombre sólo sentía una especie de calor feliz pero no le otorgó mucha importancia, a pesar de que el hecho le mantenía en un estado apacible y él se sentía en armonía; quizá la misma que, en su memoria, enmarcaba los retratos mentales de su infancia. Mucho no recordaba, pero esta sensación de ‘la vida tiene sentido’ le resultaba más familiar cada vez. Acostumbrado por los años a cuestionarse muy pocas cosas, permitió que esta experiencia le invadiera de forma irremediablemente. La dejó entrar sin afán de lucha ni demasiadas perspectivas para conservarla. El hombre, como muchos hombres, había llegado demasiado temprano a la conclusión de que esta felicidad era una cosa pasajera; mejor dejarla ser, estar, darle cabida en la medida de lo posible sin alterar el resto de las variables que participaban de su vida rutinaria.

Fueron necesarios apenas unos días para que la luz se apoderara de su pecho. La sensación ya no era tan cómoda. A fin de cuentas, si un hombre se hace a la idea de que en esa región de su cuerpo es natural (¿lo es?) sufrir de opresión o, por lo menos, sentirse constipado dadas las lamentables condiciones del medio ambiente, ¿por qué habría de experimentar ese calor interno?

Continuará…

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